Dos enfoques, no contradictorios, de la ciudad inteligente

Enorme ventaja: no hay ningún modelo de ciudad inteligente y, por tanto, no hay una «buena» forma de mejorar la suya. Sólo tenemos la disyuntiva de elegir. Eso es lo que muestran 2 documentos muy diferentes publicados casi simultáneamente en abril. Se refieren a las realidades sociales y económicas contrastadas tanto en India como en Estados Unidos. Y, por tanto, nos conciernen a todos.

El primero es un estudio de IBM titulado: «Utilizar la innovación y la tecnología para mejorar los servicios urbanos». Cubre 12 ciudades americanas, de Boston a San Francisco, pasando por Washington DC y Kansas City. El enfoque es el uso máximo de las TIC. Estamos en la vertiente «datapolis» de la ecuación.

Incluso así, cambia. La evolución es debida a una conjunción de factores, entre ellos, la aparición de tecnologías nuevas, una nueva forma de utilizar los servicios urbanos por la población y su creciente voluntad de participar en su gestión, al igual que una gran apertura al cambio por parte de los municipios.

Las ciudades estadounidenses más de moda comienzan a cambiar la organización de la estructura municipal (mejorando, por ejemplo, la comunicación entre las diferentes áreas). Usan cada vez más las tecnologías digitales y móviles.

Los ayuntamientos más dinámicos se dotan de un responsable de innovación (Chief innovation officer). Los ciudades, por su parte, esperan una mayor transparencia y son más favorables al uso de servicios en línea, a los cuales tienen acceso a menudo, a través de su teléfono móvil.

Completo y útil, este texto pone en valor dos elementos clave: la evolución de los usos y el rol de las tecnologías, incluso mientras cambian. Esto no es nada sorprendente en un documento que proviene de IBM.

Adam Greenfield, adversario declarado de este enfoque, firma el segundo texto, publicado en The Guardian. Avanza dos puntos esenciales. El primero es que el gobierno indio se equivoca en tomar como modelo la ciudad futurista de Palava City para crear las «100 smart cities» anunciadas a su llegada al poder, por el Primer Ministro Narendra Modi. «Una cosa es fortalecer la infraestructura básica que sustenta la calidad de vida urbana. Otra, sería proveer a las ciudades indias de tecnologías costosas y no probadas, mientras el acceso seguro a la electricidad, al agua potable o al saneamiento, permanecen fuera del alcance de mucha gente».

Especialmente cuando «las comunidades del sur son responsables de una constante expansión de innovaciones sociales y técnicas que rivalizan en términos de ingenio y utilidad práctica con todo lo realizado por el mundo desarrollado».

Su segundo punto es que las tecnologías en red pueden ser utilizadas de una manera diferente a las que proponen las grandes empresas tecnológicas.

Así, el movimiento «Occupy Sandy» (creado para ayudar a las víctimas del huracán Sandy en la región de Nueva York) hizo uso, lleno de inventiva, de una lista de bodas de Amazon, para centralizar todas las donaciones. Su forma de organización se basa en la ausencia de jefes, la horizontalidad en la gobernanza y el consenso. Esto es lo que permite, según ellos, que un «mayor número de circunstancias de la vida urbana cotidiana puedan ser gestionadas sobre una base participativa, por grupos vecinales autónomos, en red los unos con los otros, en forma de una federación a lo largo de la ciudad».

La participación ciudadana está, por tanto, en el centro de los procesos innovadores urbanos. Greenfield lo hace su caballo de batalla. IBM reconoce la tendencia y los municipios americanos intentan adaptarse.

Y si no hay una buena forma de mejorar su ciudad, todas son buenas. Lo incontestable es que se mueve bajo la triple presión de la aparición de nuevas tecnologías, de la voluntad de participación de los ciudadanos y de la necesaria evolución de las formas de organización y de gobierno.

Photo Google

Este artículo ha sido publicado por i.ambiente el 24 de junio del 2015.

J’enquête, je suis et j’analyse les technologies de l’information et de la communication depuis la préhistoire (1994). Piqué par la curiosité et l’envie de comprendre ce que je sentais important,...