Ciudades inteligentes: pleonasmo o proceso?

«La ciudad inteligente es un pleonasmo» me declaró recientemente Jean-Louis Missika, adjunto al alcalde Paris y responsable de urbanismo. «Es la inteligencia la que ha llevado a los humanos a urbanizar después de miles de años». Como todo el mundo, él utiliza el término «smart city» por que es cómodo y fácil de entender. Como muchos, tiene reservas.

Entendemos que muy pocos, saben de qué se trata. Una encuesta reciente, de la que informó «La Tribune», muestra que uno de cada dos franceses lo desconoce. Las definiciones abundan y la mayoría tienen como objetivo apoyar sus intereses. Es preocupante.

Veamos algunas de las más interesantes y reveladoras.

«El Consejo define una ciudad inteligente como una ciudad en la que las tecnologías digitales están integradas en todas las funciones de la ciudad». El consejo en cuestión es el Smart City Council, la organización formada por las principales empresas que proponen a los ayuntamientos instalar la infraestructura (hard y soft) susceptibles de hacer su ciudad «inteligente». En ella encontramos a IBM, Cisco, Microsoft, EDF, Schneider Electric, etc.

«Prefiero una definición más amplia», afirmó Boyd Cohen, profesor en la Universidad del Desarrollo de Santiago de Chile. «Las ciudades inteligentes utilizan las tecnologías de la información y la comunicación para ser más inteligentes y más eficientes en la utilización de los recursos. Esto se traduce en un ahorro de dinero y energía, una mejora de los servicios y de la calidad de vida, así como de una reducción del impacto medioambiental al mismo tiempo que fomenta la innovación y una economía menos consumista de carbono».

Para la versión en español de Wikipedia (cita tomada el 8 de abril de 2015) : «Una ciudad o complejo urbano podrá ser calificado de inteligente en la medida que las inversiones que se realicen en capital humano (educación permanente, enseñanza inicial, enseñanza media y superior, educación de adultos…), en aspectos sociales, en infraestructuras de energía (electricidad, gas), tecnologías de comunicación (electrónica, Internet) e infraestructuras de transporte, contemplen y promuevan una calidad de vida elevada, un desarrollo económico-ambiental durable y sostenible, una gobernanza participativa, una gestión prudente y reflexiva de los recursos naturales, y un buen aprovechamiento del tiempo de los ciudadanos».

A estas visiones relativamente globales deben agregarse el enfoque por sectores, como hace un estudio del bufete Frost&Sullivan, que «identifica 8 aspectos esenciales [cada uno debe ser «inteligente»]: gobernanza, energía, construcción, movilidad, infraestructura, tecnología, atención sanitaria y ciudadana.

A diferencia de muchas otras, la ciudad belga de Gante pone al ser humano en el centro de su definición. Para ella «una ciudad inteligente vuelve a conectar a las personas con su entorno y la ciudad para crear relaciones más eficientes, y hasta óptimas, entre los recursos disponibles, la tecnología, las comunidades, los servicios y eventos de la red urbana. La re-conexión de la población también requiere que los ciudadanos sean de nuevo responsables (parcialmente) de su entorno. Las ciudades inteligentes necesitan ciudadanos inteligentes para ser plenamente inclusivas, innovadoras y sustentables».

Todos los elementos se mantienen relacionados, pero la búsqueda parece inútil según el gobierno británico, para quien: «El concepto no es estático, no hay una definición absoluta de una ciudad inteligente, no hay un punto de llegada (end point). Más bien se trata de un proceso o una serie de pasos por los que las ciudades se convierten en más «vivibles» y resilientes, y de hecho, capaces de responder con mayor rapidez a los nuevos desafíos».

Convengamos pues, sin buscar definir el término, que «ciudad inteligente» indica un proceso (ya he propuesto la idea de citysmarting), que debe ser abordado por sectores y de manera holística, con la inteligencia de ciudadanos (individualmente y en grupo) y la artificial, para mejorar la calidad de vida urbana y hacer ciudades más capaces de responder rápidamente a cualquier nuevo reto.

Photo Flickr

Este artículo ha sido publicado en i.ambiente el 8 de abril del 2015.

J’enquête, je suis et j’analyse les technologies de l’information et de la communication depuis la préhistoire (1994). Piqué par la curiosité et l’envie de comprendre ce que je sentais important,...