La internet puede ser controlada y no representa una amenaza seria para los regímenes autoritarios. Esta afirmación, susceptible a inquietar a aquellos que «creen» en la tecnología, es la conclusión de un libro recientemente publicado en Estados Unidos bajo el titulo: Open Networks Closed Regimes (Redes abiertas, regímenes cerrados).

Berkeley, 12,may.03

Para Taylor Boas, pasante de doctorado en Ciencia Política de la Universidad de California en Berkeley, la idea convencional según la cual no será posible controlar la internet, es falsa. «Eso no es lo que hemos encontrado en el curso de nuestras investigaciones», afirma.

Junto con Shanti Kalathil, especialista en el impacto político de las tecnologías para la fundación Carnegie, Boas ha estudiado el caso específico de ochos países (Arabia Saudita, Birmania, China, Cuba, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Singapur y Vietnam).

No hace falta un control perfecto, basta con que sea efectivo

Limitada por sus acuerdos con la Organización Mundial del Comercio, y enfrascada en una política de liberación económica, China ha recurrido a una gama de estrategias que van desde el control del contenido (el bloqueo de Google, por ejemplo) hasta medidas legales o indirectas. Los cibercafés, así como los proveedores de acceso, son responsables del contenido intercambiado por sus usuarios. Algunos castigos ejemplares (que los medios y el gobierno difunden sin tapujos) sirven para alimentar la autocensura generalizada.

La internet puede facilitar la organización de campañas internacionales, pero Boas advierte contra su efecto poco determinante. En el caso de Cuba, por ejemplo, «no representa un cambio cualitativo fundamental». La internet ayuda a organizar las cosas de manera algo más efectiva, pero contribuye menos que la presencia del lobby cubano en Washington.

Al interior, el impacto positivo para la oposición es generalmente muy limitado por al menos dos razones: el acceso es reservado a las elites y aquellos, tanto individuos como instituciones, que tienen acceso, se cuidan bien, para conservarlo, de correr demasiados riesgos.

El punto principal, nos explica Boas, es que «nosotros distinguimos entre el control perfecto de la tecnología (cuando nadie puede hacer nada) y el control efectivo». Y añade: «Los regímenes autoritarios no necesitan un control perfecto». Aquellos que logran un acceso más libre por lo general no representan mucho peligro.

Los regímenes autoritarios pueden fortalecerse con la intenet

Hay más, los regímenes autoritarios pueden fortalecerse con el uso de la internet. Singapur se ha convertido en un modelo de gobierno electrónico. «Muchos países alrededor del mundo, ya sea de gobiernos democráticos o autoritarios, están buscando seguir su ejemplo», escriben Kalathil y Boas.

Cuba, que prácticamente limita el acceso a las instituciones (y a empresas extranjeras), ha creado –desde principios de los años 90– a Infomed, que conecta a los centros médicos y permite al personal de la salud consultar diarios electrónicos y bancos de datos. Una red tal permite un mejor servicio e, indirectamente, satisface al público lo cual sirve al régimen.

La presencia en la web permite atraer turistas que son vitales para el aprovisionamiento de divisas. Le sirve también àl gobierno para «presentar su propia versión de la historia al resto del mundo», nos explica Boas. Cualquier internauta puede leer Granma, el órgano oficial del Partido comunista cubano.

«La internet no es de por sí una amenaza para un gobierno autoritario», concluyen Boas y Kalathil. «En lugar de ser la estocada final para el autoritarismo, la difusión global de la internet representa una oportunidad y un reto para los regímenes autoritarios». Aquellos políticos que la ven como la receta milagrosa, se equivocan.

¿Nos hemos equivocado nosotros, a la vez, sobre la naturaleza de la internet? No del todo, pero se nos olvida que ella puede cambiar. «La tecnología inicial fue concebida para hacer que su control centralizado fuera algo difícil, pero también tiene inherente una gran flexibilidad», nos explica Boas. «Elementos de control pueden ser añadidos con cada innovación y con cada nuevo servicio».

Carnegie Endowment for International Peace

J’enquête, je suis et j’analyse les technologies de l’information et de la communication depuis la préhistoire (1994). Piqué par la curiosité et l’envie de comprendre ce que je sentais important,...